jueves, 1 de diciembre de 2011

Paul Auster - Leviathan

“Leviathan” es una novela que comienza con un inexplicable y contundente final que sitúa al lector al borde del abismo, ya en sus primeras páginas, para inmediatamente recomenzar a contar la historia de un protagonista, que a su vez, contará la historia de otro protagonista, quien será el origen y el ejecutor de tan insólito desenlace.

Paul Auster te arroja una madeja llena de nudos a las manos y te irá enseñando como ir deshaciendo uno a uno todos y cada uno, ante tus propios ojos, como lo haría un tahúr. Hábilmente y con sutiles artificios retóricos provocará la leve ilusión de ir despejando el camino del lector a la vez que va borrando el rastro tras de sí, para que mientras el lector intenta comprender los detalles, el todo siga siendo un misterio hasta el final de la novela. Cada nudo es un juego de cartas y supondrá una decisión o un infortunio que conducirá a los protagonistas contraer aquellas lealtades inamovibles, amores imposibles u odios irreconciliables. El caso es que ninguna acción por casual que nos parezca será insustancial para la obra. Todo lo que sucede les afectará en su camino por salir de aquel laberinto de relaciones personales que les dirige hacia el abismo delatado en las páginas iniciales, sin que el lector consiga hallar ninguna solución. Resulta curioso como aún conociendo el final de antemano, la historia de Benjamin Sachs consigue que el lector rebusque entre aquellos párrafos algún tipo de solución para intentar cambiar el final la historia, pero precisamente el sentimiento culpa será uno de los desencadenantes decisivos a la hora de acelerar el particular desastre de sus personajes.

Si es verdad que analizados los personajes, sus consecuencias y sus actos, uno a uno parecen todos correctos, la peculiar sucesión de estos actos es la que conducirá inquebrantable la historia hasta la última parada de este viaje y que nos obliga a reflexionar sobre lo autodestructivo que podría llegar a ser, actuar de la misma manera en que pensamos, sin reparar en las futuras consecuencias de cada uno de nuestros actos.


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