La vida y el deseo son detalles, nos enamoramos de gestos, de olores, de labios carnosos, de miradas difíciles...
Al final los rasgos más característicos o más evidentes, esos que se encargan de tumbar la puerta, seguramente son los menos determinantes. La esencia se esconde en los pequeños pliegues de nuestra personalidad, en aquella forma de coger el teléfono, en la postura que adoptamos al fumar o en la manera de tocarnos el pelo cuando estamos nerviosos.
Normalmente los depredadores no somos conscientes de ello, estamos demasiado distraídos dando conversación como para percibir los registros de nuestro cerebro, miles de pequeños detalles por segundo que poco a poco van calando y que serán capitales en el futuro comportamiento de nuestro deseo.
Entonces llega un momento en el que sin apenas darnos cuenta estamos atrapados, tenemos los pies completamente enterrados en el barro y ya no hay marcha atrás, ya es demasiado tarde, es cuando descubrimos que somos la presa, no el depredador.
XXYYXX es el cromosómico seudónimo con el que este... ¿cual es el gentilicio de Orlando? ...de 16 años sorprende a toda la escena experimental de la música indie, a base de chillwave extra sensorial de alto voltaje.
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