Beastie Boys es uno de esos grupos que me han acompañado durante la mitad de mi existencia y seguramente sea uno de los que más lamento no haber podido disfrutar en directo. Lo más cerca que estuve de ellos fue una noche verano, a más de 500 kilómetros de distancia, bailando Intergalactic alrededor del coche, mientras Radio3 emitía en directo el Doctor Music Festival allá por el verano de 1998. Ruspi y yo estábamos enamorados del Hello Nasty, como antes lo habíamos estado de Ill Comunication, de Check Your Head o de Liscense to Ill, el caso es que aquella calurosa noche pudimos disfrutar de parte del concierto de nuestras vidas desde la distancia, a través de la radio de nuestro coche. Nos pegamos unos botes, unas rimas y nos fuimos a quemar la noche del fin de semana. Ese era el espíritu.
Seguramente esta no será ni la mejor canción, ni la más famosa, ni nada parecido, pero la memoria auditiva me condujo hasta aquí en el mismo momento en que me enteré del fallecimiento de Adam Yauch y me ha parecido que era un digno homenaje disfrutarle a manos de su contrabajo, destapándonos toda la versatilidad de tres chavales que rompieron todas las reglas, precisamente porque nunca tuvieron límites ni prejuicios a la hora de componer.
Por lo que cuentan los que le conocían, se han marchado un buen tipo.
Bye MCA
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