Santiago camina penosamente a través del
intenso calor del mediodía lastrado por una úlcera sangrante que le está
quitando la vida en estos últimos tiempos, anda en la búsqueda de "El
Dorado" que salve las cuentas de este semestre, sino alcanza los objetivos
será trasladado a alguna zona infame del extraradio, lo que le supondrá más
trabajo y menos oportunidades de negocio. Para colmo, ayer reventó la caldera en
casa, así que se puede ir despidiendo de las vacaciones de verano.
La última calle merma y las puertas se van
cerrando a última hora de la tarde, la gente regresa a sus hogares y hacen oídos
sordos a los telefonillos en las horas más intempestivas. Santiago comienza a sentirse
acorralado, el día se acaba y aún tiene que encontrar otra rendija donde meter
el pie para colocar otra cuota, sabe que aún debe sumar un último tanto por
ciento, sino todo se irá a la mierda. Entonces, alguien contesta al otro lado del telefonillo,
es la amable voz de una anciana, Santiago estira su corbata y entona su acento
más servicial, sabe que ha encontrado oro.
Cuando
al fin sale de la casa de la valentudinaria
señora entre falsas cortesías y parabienes ya sabe que esta noche volverá a
tener pesadillas, pero uno es capaz de todo por el pan de sus hijos, se
auto engaña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario