martes, 19 de noviembre de 2013

León Benavente - La palabra



Si pudieras ver la Gran Vía desde el cielo, percibirías que forma la columna vertebral que comunica el centro turístico popular y el nuevo centro vital de la movida madrileña moderna, la triple M. La Gran Vía es la salida y la meta desde donde el peregrino del siglo XXI vive sus días y sus noches camuflado entre otros muchos turistas, apresuradas carreras de ciudadanos nativos y foráneos, distraídos paseos de algún carterista y la quietud mendiga de la capa más baja de una sociedad tan cosmopolita, como metropolitana.

Si supieras ver la Gran Vía desde este último escalón, lo primero que te sorprendería es la inquietud y la urgencia que persigue a todas aquellas carreras que se disfrazan de finales felices por las mañanas frente al espejo. Percibirías la extrema necesidad con que buscamos la aprobación de nuestros semejantes rebuscando en el reflejo de los escaparates ese último artículo aceptado por las clases más altas para continuar cabalgando a lomos de la clase media, evitando en lo posible asomarnos al agujero de la última capa de la sociedad, aquella sima donde habitan los mendigos, los desposeídos. Aquellos que carecen de cualquier bien material y que paradójicamente han quedado liberados de las cadenas del todopoderoso consumismo. Ellos, a ras de suelo, aún pueden oler el miedo que esconden nuestras alocadas carreras exprimiendo una limosna a la que llamamos tiempo de ocio.

Así que aferrada a un brick su piedad brinda por nosotros.


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