jueves, 5 de marzo de 2015

Guadalupe Plata - Calle 24




Esta noche he tenido uno de esos sueños locos en los que estas con tu chica saboreando la vida y el amor en la boda de unos completos desconocidos cuando de pronto y sin saber muy bien por qué me he visto obligado a acompañar a mi amigo Fredie y recorrer a pie la absurdamente notable distancia que separaba el convite de su casa para ir a buscar algo que olvidé en el mismo momento en que nos disponíamos a atravesar el enorme río que cercaba la empinada loma en donde al parecer se le ocurrió a mi amigo levantar su bonito chalé.

Nos ha llevado casi toda la noche ascender los numerosos barrancos y sortear el laberinto de bosquecillos poblados de rosales y erizos de mar que obstaculizaban nuestro paso. Empapado hasta las rodillas me preguntaba quien me habría mandado a mi abandonar la fiesta para meterme en semejante expedición cuando la ausencia de agotamiento físico me ha chivado que este relato no podía ser real. Segundos después me he levantado para ir a mear y aquel espejismo ha dejado de tener sentido, pero es que en los sueños como en las canciones infantiles la lógica del mundo exterior no cabe y en cuanto te apartas un poco de ellos nada se puede entender.

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