Francisca Valenzuela fotografía con este “Buen Soldado”, ese noctámbulo burdel morado por aquellos seres que, al igual que ciertos cazadores, alguna vez han viajado hasta la Kenia más profunda con el único propósito de, por un puñado de monedas, perseguir, hostigar y abatir al famélico elefante de sus sueños, y así poder fanfarronear delante de sus amigos del club de tiro.
En un principio suena a canción pop dedicada a todos esos machotes; Mauricios, ya sabéis; esos que os subís los pantalones hasta las tetas; esos que acecháis a las chicas detrás de vuestros palillos re masticados; esos chulos de gimnasio; esos jóvenes o viejos de mirada torva, que jamás han respetado la figura de la mujer. Pero lo cierto es que a cada escucha se va desnudando un poquito más ese drama que camina por el alambre entre la irracional y mal entendida reafirmación masculina del perdedor y la explotada necesidad de ciertas damas.
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