Lo que más me duele no es el brutal mordisco de León, Rey de la Sabana, sino la mirada de desprecio de mis iguales por haber elegido otra vía durante la precipitada huida de la manada. Y ahora, mientras sus dientes desgarran mis tejidos, ellos desde la distancia recuentan con esmero a la camada, porque ella es el futuro de nuestra especie. Y ahora que sus mandíbulas oprimen mi garganta encumbrando el ahogo y el dolor que me llevarán a la muerte, ellos me contemplan con la indiferencia que les concede el no haber caído en la trampa. Mi sangre se derrama caliente sobre aquellos campos que tanto he amado y con ella se me va escabullendo el último hálito de vida. Ahora que las sombras de la sabana se estiran bajo el grandioso anillo refulgente, ellos inician la marcha pausadamente en busca de la orilla de un río donde saciar su sed fruto de las emociones. Y mi yo inerte servirá de rancho, hecho añicos, desmenbrado por las fauces de los vástagos reales, mientras el resto de la manada me olvidada alegre por ser tan homogénea, por sobrevivir en su mayoría.
Y en capítulos anteriores: Starting #12, Fighting #12, Driving #12, Swimming #12, Roller Coaster #12 y Undergo #12.
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