Hola me llamo Peter y estoy muerto, hace siete meses me abandonó la vida a manos de un camión, no voy a desvelar en donde me encuentro, pues no quisiera yo restar su atávico encanto a nuestra hermana la muerte, pero si os diré que os observamos, todos y cada uno de los días os observamos. En un principio me hechizaba la sólida ventaja de jugar a ser el hombre invisible, así que muy pronto descubrí quien me apreciaba y quien no, allí mismo, en el velatorio a mi cadáver, yo estaba allí, no lo olvidéis.
Después, los días inmediatos a mi defunción no pude separarme de casa, los echaba mucho de menos y de algún modo intentaba mitigar tanto dolor, objetivo que por supuesto no alcancé; con las semanas mi universo se fue abriendo con esporádicas visitas a primos, tíos y amigos; para terminar por expandirse del todo según fue pasando el tiempo, ese tiempo que ahora me sobra. Y por desgracia todo lo que hay en vida es mucho más perecedero que lo que mi tiempo y mi interés desearían, así que en la actualidad me dedico principalmente a espiar a desconocidos, porque una vez profundizadas las personas que tenía más cerca he comprobado lo poco que las conocía y cuanto he sufrido por ello, incluso con padres y hermanos, uno va de sorpresa en sorpresa, todos los seres queridos se comportan de una manera especial con uno, pero si les pudierais ver en sus puestos de trabajo, con sus parejas o en la intimidad de su dormitorio, todo es distinto y debo de decir que también doloroso, porque uno no entiende que no venzamos nuestros cerrojos con personas tan cercanas, pero claro, en seguida uno va hilando en su corazón y tampoco es que fuera muy sincero cuando estaba allí arriba, sí, arriba. El caso es que ahora me doy cuenta de que esa máscara pintada de cortesía y buenas intenciones me poseyó hasta tal punto, que cuando me miraba en el espejo cada mañana se me reflejaba como si se tratara de mi propio rostro, un rostro al que sucumbí o mejor dicho al que me acomodé pero que terminó por limitarme y dominarme.
Es por esto que ahora solo persigo a gente que no conozco, pues al no tener ningún antecedente sobre ellos, lo que veo es lo que son, es lo más parecido a la verdad que he encontrado en eso que vosotros denomináis existencia.
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