La virtud de este tema es la rapidez a la que te traslada a otro tiempo donde no existen los píxeles, donde no existe el iPod, ni los megahercios; un tiempo donde la música arrastra un delicioso rumor orgánico, las imágenes poseen ese color tan real y donde cabría atravesar un océano por el amor de una chica. En aquellos tiempos todo era de verdad y las cosas a veces dolían. Marvin Gaye es el capitán de la máquina del tiempo que nos transportará a mediados del siglo pasado.
Su vida está marcada por el fundamentalismo espiritual de su padre, pastor de una iglesia ortodoxa dónde Marvin aprendió a cantar de niño y de donde huyó en cuanto tuvo la madurez suficiente para vivir la vida por sí mismo; de aquí en adelante su vida es de sobra conocida, un paulatino éxito musical que explota con sus famosos duetos Motown con Tammi Terrell, una compañera musical inigualable que se desvaneció en sus brazos sobre el escenario, víctima de un tumor cerebral. Grabó varios discos como solista en el ocaso de su carrera, acuciado por las deudas provocadas por su divorcio, la cocaína y la mala relación con su padre. Al ser humano racional le parece increíble que su talento nunca adoleciera aquella vida salpicada de éxito y frustraciones, pero es que los genios poseedores del secreto de la alquimia siempre consiguen transformar la aflicción en bellos regalos. Terminó sus días como los comenzó, a manos de su padre.
A finales de los 90 Ben Harper & The Innocent Criminals interpretaban esta versión:
No hay comentarios:
Publicar un comentario