Otra vez me he levantado raro, no sé que me pasa últimamente, pero hoy cuando he echado los pies fuera de la cama me he dado cuenta de que no tenía ni pies, ni dedos; un poco aturdido he intentado utilizar mis manos para alcanzarme aquellas filosas patas, pero atónito he comprendido que tampoco tenía manos, en su lugar tenía más patas, al menos seis he alcanzado a contar antes de desmayarme por primera vez. Minutos después y una vez recuperado del estupor inicial he analizado la situación desde la reflexiva horizontalidad de mi cama y he explorado mi cuerpo cuidadosamente para hacerme una idea exacta de mi increíble situación actual. A parte de las patas, lo primero que he descubierto es un plano y duro abdomen cruzado de multitud de pliegues que recorre mi cuerpo de las patas a la cabeza y que le dan la flexibilidad capaz para que, encorvado, haya conseguido balancearme lo suficiente para conseguir girarme sobre mis patas y emprender una apresurada huida hacia la puerta de mi habitación, pero cual ha sido mi sorpresa cuando unas largas antenas han tropezado con el marco de la puerta provocándome un inmenso dolor que me ha obligado a retroceder y a volverlo a intentar con algo más de cuidado, pero este duro caparazón que envuelve mi viscoso cuerpo interior no entra por el marco de la puerta y me impide salir de la habitación, me empiezo a poner nervioso, me estoy ahogando atrapado entre estas cuatro paredes y mi caparazón, así que intento gritar y no puedo, no me sale más que un chillido insondable, intento llorar pero tampoco tengo lágrimas, una profunda angustia comienza a crecer dentro de mí y repentinamente se despliegan unas alas a mi espalda y salgo despedido hacia arriba golpeándome con el techo y las paredes hasta que me vuelvo a desmayar.
Entre el sudor y la taquicardia despierto y vuelvo a ser yo, vuelvo a ser humano, miro la hora y llego tarde, así que me levanto a toda prisa en dirección a la ducha. Mientras me estoy vistiendo, cojo la pistola y compruebo por última vez la mercancía; cierro el maletín para esposarlo a mi muñeca. Una vez en el ascensor del hotel me prometo llamar a un especialista en cuanto tenga un hueco, todos estos sueños que tengo últimamente no pueden ser normales.
Música: tUnE-yArDs. Texto: pEDRO. |
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