Nunca fui más grande y estuve más seguro de mi mismo que a principios de los 80, cuando descubrí el Break Dance. Aquella música y su dislocado baile eran algo "total" para un niño de 12 años en la España de los años 80. Tras mucho dar la murga mis padres me compraron un chándal molón, no de esos de rizo verde chillón que vendían en el mercadillo de Villalba, sino uno parecido al de los protagonistas de este video, pero claro, el mío no era “Adidas”, eran los 80 y esto era España. Normalmente después de comer me ponía mis bambas molonas con sus cordones de colores entrelazados en forma de ajedrez, agarraba el radiocasete con sus pilas "Tudor" y me iba a buscar a mi primo Villita para juntos dirigirnos a algún garaje vacío que nos protegiera de aquellas calurosas tardes de verano de la meseta central, y allí, en su fresca oscuridad nos poníamos a ensayar todos los movimientos del Break Dance.
Lo cierto es que llegamos a dominar varios de sus movimientos, siempre dentro de nuestras posibilidades, mi primo tenía bastante gracia al bailar y mucho más desparpajo que yo, además como era bastante menor, nos ganábamos fácilmente el cariño del público adulto; así que ese verano estuvimos haciendo bolos por toda la urbanización y a cada rato plantábamos nuestros dos metros cuadrados de sintasol, pulsábamos al play y nos poníamos a bailar como posesos. Primero con los típicos movimientos eléctricos, nos los hacíamos pasar del uno a otro y viceversa, para luego pasar a un despliegue más físico saltando de nuestros pies a nuestras manos con la agilidad y elegancia que daban aquellos primeros abriles, de ahí nos solíamos tirar al ruedo para torear al número 1, el toro más difícil, aquella pataleta/redondilla tipo molinillo que no llegábamos a completar, pero que con velocidad y seguida del gira‑vueltas con la espalda quedaba bastante aparente y salíamos del atolladero bajo la, supongo, cómplice mirada del público asistente. Entonces nos levantábamos los dos y afrontábamos el número estrella de la actuación, que no era otro que el helicóptero, subía a mi primo sobre mi cabeza y le hacía girar sobre ella ganándonos el aplauso de la, ahora sí, entregada parroquia. Con el tiempo me ha dado por pensar que cara pondría mi tía cuando viera a su sobrino de 12 años levantar sobre su cabeza a su hijo de calculo 8 y ponerlo a girar a sobre su cabeza. Lo siento Marisa si alguna vez te hicimos pasar un mal rato, pero éramos Breakers y nos íbamos a comer el mundo.
Buen fin de semana a todos!!!
Jodé Perico, qué capacidad tienes para arrancarme esos jironcillos de nostalgia (literalmente "regreso al dolor") que aún me quedan.
ResponderEliminarNo pares, sigue, sigue......
PD: tengo en casa el primer LP, si, si long play 33 rpm (lenguaje que los ipoderos no creo que entiendan) de RUN DMC para rompernos alguna muñeca cuando quieras.
... pero te tienes que traer el SINTASOL.... jajajajajajajajajajajajajaj
ResponderEliminarSintasol y un "loraco" de tres pisos, para petarlo a topeeeeee!!!
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