miércoles, 8 de junio de 2011

Mi espíritu imperecedero - Extremoduro



Reconozco que todavía no he escuchado entero el disco, pero habiendo escuchado un par de veces este tema se me han venido un montón de recuerdos y no he podido evitar terminar silbando el estribillo, como antes.
Sinceramente nunca creí que volviera a pasar, Extremoduro formaban parte de mi agitada juventud y hace mucho tiempo que creí haber superado aquella etapa o mejor dicho erróneamente creí que Robe se había anclado en la suya y que nunca sabría salir de allí. Pero mira por donde, muchos, pero muchos años después los más irreverentes extremeños de los años 90 se reinventan con lo que parece la segunda parte de aquel maravilloso experimento que bautizaron entre los Platero y Extremoduro como "Pedrá" y me vienen a recordar por qué me gustaban con este inesperado "Mi espíritu imperecedero" atacándome con lo que realmente son fuertes y tocando donde más me duele, hurgando en aquellas viejas heridas que todos tenemos en el corazón,  esos versos al desencanto, esa dulce derrota traducida siempre con la letra justa, siempre bien elegida, siempre viciosa. Extremoduro se vuelven a alzar como los reyes del rock urbano y Robe recupera el cinturón de campeón de los pesos pesados de las frases recurrentes, ellos son los de siempre y resulta que el que había cambiado era yo, algo que no le resta encanto al trabajo bien ejecutado. Robe, me alegro un montón de que lo vuelvas a hacer, porque cuando lo haces bien lo haces de puta madre.


Mi Espíritu Imperecedero :

Se hace largo el camino sin ti,
y al diablo, que ya no quiero seguir.
Y sin pedirle nada a cambio,
al diablo el alma le di.

Si el sol dice que te desenamoras,
si dice que te olvide, vida mía,
maldigo cada día
y maldigo el correr de las horas.

El diablo me visita, y cada noche
marchita este jardín con su anarquía,
y en mala compañía
me deja a mi conmigo a solas… a solas.


Regalé mi alma imperecedera
¿para qué? para que nunca más me duela.
¿Y ahora qué? Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.

Se marchó, y no hubo despedidas.
Corazón, que anda buscándose la vida.
Me llevó al bloque de las dos salidas.
Dame la pasta, que entro yo, tu espera fuera.

Se ha roto otro peldaño
de la escalera.
Soledad y desengaño
son mi condena.

Después de tantos años,
carcelero, ¿cuánto queda?
Volver, que me hacen daño
los minutos de esta espera.

Regalé mi alma imperecedera
¿para qué? para que nunca más me duela.
¿Y ahora qué? Ahora coloco las aceras.
Ahi al fondo de la calle, jefe, queda un sitio.

Se marchó, y no hubo despedidas.
Corazón, que anda buscándose la vida.
Me llevó al bloque de las dos salidas.
Dame la pasta, que entro yo, tu espera fuera.

Pregúntale del tiempo,
y a ver si se acuerda de mi.
Pregúntale si es cierto
que nadie la ve sonreír.

Pregúntale que añora
y en qué piensa cuando llora.
Pregúntale si el tiempo
cambia o sigue lloviendo.

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