jueves, 20 de febrero de 2014

Angel Stanich - Metralleta Joe



Aguardo sentado en el banco del parque, la gente viene y va, las palomas lo invaden todo y los niños juegan a policías y ladrones entre las sombras de los árboles, las papeleras para excrementos de perro y las máquinas de rehabilitación para la tercera edad; marco de nuevo el número y lo dejo sonar, esta vez Big Tony sale de la cafetería suplicando clemencia con la mirada, pero en este negocio las deudas se pagan Big, cuando se encuentra a medio camino de su apresurado intento de parar lo inevitable el pequeño negocio salta por los aires, todo el mundo se tira al suelo o huye menos nosotros dos, alguien llama por teléfono y unos minutos después la policía lo acordona todo. La muerte acecha y de nuevo nos demuestra que estamos vivos, la sangre golpea nuestras sienes hasta dolernos la cabeza, las lágrimas se asoman a los balcones, de pronto el miedo nos recuerda que alguien nos espera en casa.

Los curiosos se congregan alrededor del cordón policial para percibir más nítidamente el horror, para tratar de comprender; la policía intenta infructuosamente espantar a la concurrencia, para facilitar el trabajo de los servicios de emergencia e interrogar a nuestro Big Tony sobre lo sucedido. Aquí termina mi jornada, le guiño un ojo desde la distancia a su rostro pálido y me marcho a desayunar a la cafetería que hay al otro lado del parque.


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