No me he podido resistir, pero es que el bucólico disco de Bon Iver tiene para mí dos virtudes, la primera, es la capacidad de transportarme a otro lugar siempre que necesito escapar de la realidad; la segunda virtud de Justin Vernon, es la facilidad para aportar de banda sonora a mis viajes en coche. Cuando viajo por la carretera esta música destaca la naturaleza, sus colores, su grandeza, su hermosura, sus variadas formas. A veces parece lo contrario, como si la naturaleza misma fuera la que envolviese el coche aportando su propia melodía a ese paisaje que asoma desde la cuneta... no sé.
No se puede decir mucho más, ni siquiera puedo describir claramente una a una sus canciones, como me gustaría; todas ellas en su conjunto son una sucesión de escenas que a modo de capítulos de un libro van abriendo puertas, cada vez más lejos, más hondo, hasta alcanzar su final sin que el lector pueda hacer nada por remediarlo, pocas veces interrumpirás tu lectura durante el trayecto.
Bon Iver (Bon Iver)
Unos segundos previos de silencio y despierta suave este disco, entre caricias, a modo de preliminares; bucólico como las aguas en la orilla del río, desde la ausencia nos sitúa en la distancia este primer tema, llevándote tan lejos como pueda de tu realidad.
Me encantan los golpes de baqueta, son como la ráfaga de truenos que acompaña al final de viento que enmarca un imaginario plano cenital alejándose del bosque hacia el cielo, convirtiendo el camino forestal en una fina arteria de arena en medio del espesura.
Colgando de un hilo a modo de cordón umbilical llega el tema 2 y en la transición movemos todos los muebles, cambiamos el tono de la voz y mudamos de escenario; maravilloso y etéreo trabajo de mutación para acceder a un tema de mensaje cifrado que sigue escarbando en la naturaleza, la soledad y la vida.
Preciosa abstracción sobre la infancia, sobre sus grandes descubrimientos, sobre la necesidad de buscar, sobre la viveza de todo y su intensidad; sobre la grandeza y la insignificancia. Una especie de nana para quienes alguna vez fueron púberes y tras una breve grieta de silencio; agitación, emoción y turbación.
Seguramente mi favorita, perdón me he pronunciado, pero su cambio mejicano de viento y violines enamora, no digáis que no.
Como enamoraban las pecas de aquella vecina, la de las coletas, fue la que te tentó para buscar ranas al bosque y súbitamente te besó o la besaste, hace tanto tiempo ¿recuerdas los árboles? ¿las piedras? ¿aquella flor? ¿recuerdas descubrir el lado físico del amor?
Devastadora lectura sobre ciertos errores, la sensación de culpa y sus consecuencias, suena tan intensa como rumiar y digerir dicha culpa en la desvencijada cocina de tu alma, cuando te enfrentas a solas con tu corazón y no obtienes el consuelo. Pueden haber pasado días, pueden haber pasado años, esa sensación de desamparo al ver la luz y no haberla podido alcanzar.
“Love can hardly leave the room
With your heart”
With your heart”
Sinceridad, pura poesía.
Arrinconamos de nuevo el perenne falsete en dirección a los coros para narrar brevemente el tránsito por el purgatorio, ese solitario caminar a través de la nada que tan bien refleja nuestro viaje en coche a través del yermo paisaje invernal en el ocaso del día.
Suaves teclas nos conducen hacia el mar, que frio sisará la arena y la mugre, refrescará nuestro espíritu y purificará nuestra mente, despejando aquel horizonte que debemos enfrentar en soledad para renacer de nuestras propias cenizas.
Calgary es la tela de araña donde caímos la mayoría de los incautos, esa escalera de caracol que asciende de los más profundo de nosotros mismos.
“Oh the demons come, they can subside”
Reconozco subir el tono en la última estrofa y después esperar en silencio.
Pequeña fineza electro-acústica que sirve de prefacio al cierre del disco.
Epifanía final y salida de los infiernos. Aunque no las tengo todas conmigo, parece acabar bien esta singladura que tras el incendio de nuestro alma brota verde para reiniciar de nuevo todo el ciclo.
Danger has been stole away
...
This is us
...
This is us
No hay comentarios:
Publicar un comentario