Esta es la historia de Renato y Fermín. Todas las mañanas se saludan con un respetuoso buenos días frente a la máquina de fichar y tras cotejar brevemente el tiempo; que frio, que frio; llueve, llueve; hace calor, mucho calor; se dirigen a sus puestos de trabajo para comenzar la jornada laboral.
Como todos los días Fermín coloca su abrigo en la taquilla, enciende la troqueladora y aprovecha mientras se calienta la máquina para ir a hacer de vientre a primera hora de la mañana, porque es el único momento que no huele demasiado mal el baño, pero lo insólito de esta mañana es que se le ha adelantado Renato. Así que perturbado frente a la puerta hace la estatua dudando qué hacer durante unos interminables segundos de mutismo. Renato sabe que él siempre va a primera hora, sabe que es su momento, sabe que esto le va a obligar a esperar una hora al menos para que se ventile el retrete, siempre y cuando don Ramón no haya bebido demasiado la pasada noche y le dé por dejar allí toda su apestosa resaca a primera hora de la mañana; porque entonces Fermín tendrá que esperar hasta volver a casa. Mal día se presenta. Fermín, colérico, se vuelve para salir súbitamente del baño apagando la luz en un acto involuntario de incontenible furia y resentimiento.
Hace años que Renato sufre de colon irritable, pero es adicto al café. Normalmente espera a llegar al trabajo para tomarse un cortado, pero esta mañana se levantó abatido tras pasar toda la noche en vela mientras escuchaba inerte los gritos y reproches de una pareja que aireaba rencorosamente su desastrosa relación en el piso de arriba. Así que ese primer café le había despertado sí, pero también le había provocado un viaje desesperado hacia el trabajo donde había tenido que regular su respiración mientras sudaba frio para no hacérselo encima. Su precipitación, bajo el enmascaramiento de tan enojosa situación, le había llevado al error de aliviar su vientre antes de comprobar el portarollos. Ahora se preguntaba en la oscuridad del retrete porqué era tan gilipollas su compañero Fermín.
:) Echadle un lectura, que merece la pena.
ResponderEliminarP. Touceda