La carretera
avanza frente a mis ojos, incansable, neutra, discontinua; mal nutrido y
agotado me aferro al paisaje desnudo para no caer dormido. Pablo, el amable
camionero, me sugiere que duerma un poco, pero no puedo, aún está el riesgo,
tal vez cuando acabe el camino pueda descansar, quien sabe. Hoy las nubes pesan
y se posan sobre la línea del horizonte aplazando la salida del sol unos
minutos más, así que el frio de la madrugada aún se puede masticar en esta
carretera vacía, la soledad, es mi edecán en este viaje y Pablo, el amable
camionero, me mira con pesadumbre mientras decelera para tomar la salida en el
área de descanso.
- No te preocupes, le digo cuando nos bajamos del tráiler.
+ Sabes
que tengo que parar, se disculpa.
- Pero yo no puedo.
+ Seguro que alguien inicia
ahora su jornada, comenta en un póstumo intento por alentarme.
- Cuando llegue hasta ella
todo habrá acabado.
El Norte
He perdido el norte.
Ahora viajo al sur.
Hacia el centro del calor.
No más días fríos.
No más decepción.
Cada día un nuevo adiós.
Derretir tu nieve
empapar el sol
embriagarnos de su luz.
He perdido el norte
te he encontrado a ti
en el centro del calor.
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