Es escuchar sus primeras notas y se me encoge el alma que diría La Pantoja. “Roads” es una de esas canciones que el día que la descubres la devoras con el ansia y la inexperiencia de la primera vez; tras el atracón, comienzas a paladearla más despacio, ya con cierta pericia; hasta que con el tiempo, un día la dejas de poner, la quieres tanto que no quieres gastarla, entonces la guardas en aquella cajita, junto a tu primera erección y aquel adiós. En años sucesivos la destaparás en numerosas ocasiones y la sensación siempre será la misma, siempre será como la primera vez; el latido del corazón a la batería, el órgano seguirá sonando a respiración pernocta, y ese guagua que viene y que va pintando el desolador paisaje a los lados de la carretera. Nunca dejará de asombrarte aquel cambio a grave (justo en la tormenta) que produce tanto vértigo en el corazón. Aguardas el final con aquella congoja inevitable, a la espera del final perfecto, ese último eco que libera todos los sentimientos, todas las angustias. A veces lloras, lloras agradecido, entonces la pones otra vez y después la vuelves a guardar.
We've got a war to fight,
Never found our way,
Regardless of what they say.
How can it feel, this wrong,
From this moment,
How can it feel, this wrong.
Storm,
In the morning light,
I feel,
No more can I say,
Frozen to myself.
I got nobody on my side,
And surely that ain't right,
Surely that ain't right.
Oh, can't anybody see,
We've got a war to fight,
Never found our way,
Regardless of what they say.
How can it feel, this wrong,
From this moment,
How can it feel, this wrong.
How can it feel this wrong,
From this moment,
How can it feel, this wrong.
Oh, can't anybody see,
We've got a war to fight,
Never found our way,
Regardless of what they say.
How can it feel, this wrong,
From this moment,
How can it feel, this wrong.
“Roads” es la octava canción del primer disco de estudio que publicó Portishead (“Dummy” 1994) y que está considerado como uno de los más importantes de la década, esta versión pertenece a un tercer álbum titulado “Roseland NYC Live” publicado en 1998 y que terminó de elevar a los altares a Portishead, dejando el listón tan alto que aún hoy parece definitivo.
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